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Camino de Santiago desde Madrid en bici, etapa 7

Cuando llegamos a Las Herrerías de Valcarce nuestro horario iba mucho más allá de lo habitual en jornadas anteriores en las que yo había terminado antes de comer, por lo que tuve que aplazar la publicación de la etapa, pero las que no sufrieron en absoluto fueron mis partes traseras, que como por arte de magia se debieron acostumbrar a las muchas horas de bici y dejaron de pasarme factura.

 

Eso sí, como ya habréis podido comprobar, el hecho de tener compañía me hizo despistarme de mis quehaceres en el blog. Antes de salir desayunamos unas tostadas de requesón y miel, supongo que especialidad de la casa (Capricho de Josana) que nos sirvió Sara, la simpática camarera que también se prestó para hacerse unas fotos con todos nosotros.

Santi, estirando antes de salirDavid, estirando mucho menos :-)

Santi, arriba, hace valer su cinturón negro de karate para demostrar cómo debe ser un verdadero estiramiento. Yo, abajo, sólo hago el ridículo :-)
 

Por la puerta del hostal iban pasando peregrinos en dirección al Alto de O Cebreiro, caminantes y ciclistas realizaban su ruta con cierto miedo a lo que iban a encontrarse más adelante, pues dicen que se trata de la más dura de las etapas del camino, al menos por lo que se refiere al desnivel acumulado de la jornada. Luis, que en esta ocasión debía conducir la primera parte, se tomó la molestia de lavar todas y cada una de las bicis (detallazo), y después nos dejó para ir a  coger bebidas y pasárnoslas si fuera necesario. Así emprendimos el comienzo de la etapa, con temores, expectación y respeto.

La dureza real se materializó casi desde el primer kilómetro, con pequeñas subidas que ya hacían prever mayores dificultades. Muy al poco de empezar el porcentaje de subida ya se puso en un 8%, pronto comprendimos que a pesar de querer ayudarnos entre nosotros lo mejor era que cada uno subiera al ritmo que le fuera posible. José Ramón sube a un ritmo lento pero sin parar en ningún momento, Santiago, junto con los dos Juan Carlos, tira por delante, al igual que José Luis, y yo me quedo durante un rato con José Ramón sólo para comprobar que está realizando una subida inteligente, sin forzar inútilmente. Apenas otro par de kilómetros, y el grupo se rompe completamente. José Ramón por detrás, un poco por delante su hermano Juan Carlos con José Luis, Juan Carlos por delante, y abriendo la subida Santiago y yo.

Quienes nos contaron que el alto de O Cebreiro era la etapa más dura no nos engañaron. Por delante fuimos pasando a esos valientes que realizan el camino con alforjas, gente muy preparada que hace eses de un lado a otro de la carretera para evitar quedar clavados en la subida. Siguiendo el ritmo impuesto por Santiago, jamás he realizado una subida tan dura con tanta felicidad. Pedalear al lado de un buen amigo, sufriendo juntos, comentando la dureza de las interminables rampas, mirando hacia delante sin perder de vista la siguiente curva. Siempre he admirado a los ciclistas de carretera, ahora los admiro mucho más. Tras una recta que parece interminable vislumbramos unas casas que anuncian el final de la subida. Curva a izquierdas y a pesar de una elevada pendiente la subida se nos hace ahora casi cómoda. Después de tanto esfuerzo Santi y yo llegamos a la zona de descanso a la par encantados por la experiencia. Juan Carlos llega muy poco después, con José Luis por detrás y los hermanos Juan Carlos y José Ramón cerrando el grupo y sin haber perdido demasiado tiempo.

Casas en lo alto del puerto de O Cebreiro
 

Tras felicitarnos entre todos vemos llegar a Luis, que ha aprovechado la dureza del recorrido para volver atrás en bicicleta y hacer unos kilómetros con nosotros. Con su presencia nos enteramos de que hemos cantado victoria demasiado pronto, pues quedan un par de kilómetros para la ansiada cumbre. Dos kilómetros que se nos hacen doblemente duros tras la parada, aunque la recompensa está en llegar a una zona de gran belleza en la que destacan el paisaje general y las curiosas edificaciones de la zona, con techos de paja que prometen ofrecer excelente cobertura en todo tipo de climatología. Parada obligada para disfrutar del momento, unos plátanos para tomar fuerzas y de nuevo puesta en marcha.

Carretera de bajada a gran velocidad para retomar de nuevo la subida en busca del alto de San Roque con la estatua del santo presidiendo la cumbre. Otra bajada fuerte para enfrentarnos al último ascenso de la jornada; el alto del Poio (que todos nosotros llamamos pollo, por supuesto). A partir de este momento abandonamos la carretera para adentrarnos en caminos. Descensos rápidos y de gran belleza que nos llevan hasta uno de los puntos más recordados por todos: el café bar Aira do Camiño en Fillobal -que todos recordaremos siempre como el bar de Rosa-. Justo a tiempo para comer, Luis se une a nosotros para hacernos fuertes en el jardín. Dos mesas unidas, la simpática dueña (Rosa) y un menú que promete costar sólo diez euros. Entre los primeros unos tomamos el Pionono y otros croquetas, mientras que los segundos se reparten entre ensaladas y currascos con patatas, pudiendo comer tanto como uno sea capaz. De beber, jarras de cerveza con limón a discreción salvo José Luis, eterno bebedor de refrescos de naranja. De postre pedimos tartas de la casa y cuajadas con chocolate o naranja. Al final el coste de todo lo anterior es de setenta euros, es decir, a diez euros por cabeza, y ninguno de nosotros da crédito a tan bajo coste con tan excelente trato, comida y bebida. De hecho, abonamos por unanimidad ochenta euros y tenemos la sensación de que quizás nos quedamos cortos. Espero volver a realizar el camino, y si lo hago, ésta será una parada obligatoria pase lo que pase, y espero también poder decirle a Rosa que un día utilicé la recete del Pionono que tan amablemente me dio y que me salió casi tan rica como lo hacen allí.

Rosa, una verdadera flor en el caminoLa parada más satisfactoria del viaje
 

Como todo lo bueno tiene su parte negativa resulta que tan excelente trato y comida nos hace salir más tarde de lo pensado cuando aún quedan unos treinta kilómetros de ruta. Azuzados por las ganas de llegar realizamos los últimos kilómetros sin pausa y con mayor esfuerzo del pensado; el estómago lleno seguro que tiene parte de culpa, pero también los inesperados sube y baja que hacen de rompepiernas. Además, nos metemos por el camino marcado pero resulta que está impracticable para bicis debido a las grandes tormentas producidas hace un par de años, por lo que tenemos que dar marcha atrás, con pinchazo mío incluido, y retomar la carretera hasta el final de la etapa. Como el día anterior, la llegada a nuestro punto de destino, Sarria (sin acentos, que no es Sarriá) se produce pasadas las siete de la tarde. Juan Carlos, indispuesto tras la comida, se ha encargado de llevar la Opel Vivaro hasta el destino final, y como todos, habla maravillas de la furgoneta de apoyo.

Aquí tienes todos los contenidos relacionados con mi camino:

Camino de Santiago desde Madrid, etapa 1

Camino de Santiago desde Madrid, etapa 2

Camino de Santiago desde Madrid, etapa 3

Camino de Santiago desde Madrid, etapa 4

Camino de Santiago desde Madrid, etapa 5 

Camino de Santiago desde Madrid, etapa 6

Camino de Santiago desde Madrid, etapa 7

Camino de Santiago desde Madrid, etapa 8

Camino de Santiago desde Madrid, etapa 9

El camino son las gentes que te encuentras.

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