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Camino de Santiago desde Madrid en bici, etapa 6

 Al fin llegaron los compañeros… y no os podéis imaginar la diferencia. Bueno, lo primero es que a las dos de la madrugada llegaron desde Madrid, porque la furgoneta Vivaro que nos dejaron de Opel era fantástica pero hubo que colocar baca y soporte para bicis para poder llevar las seis bicicletas, los seis individuos y las maletas de todos.

No os creáis que en la Vivaro no caben cosas, cabe un montón, lo que ocurre es que venía en configuración de 2+2+3, con lo que había tres filas de asientos y no tenían espacio para las bicis. Por cierto, no quiero dejar de mencionar las buenas instalaciones y trato de la Posada de Gaspar, un lugar en el que el Menú del Peregrino -habitual del camino en diferentes versiones- costaba diez euros, mientras que el hospedaje y desayuno nos costó unos 30 euros por cabeza. Aunque se hubieran agradecido unas camas más cómodas, pues las actuales son de muelles y resultan poco confortables.

 

Aquí hago un pequeño alto para presentaros a todos los compañeros; José Ramón, Juan Carlos, Luis y Santiago, que son padres de niños del colegio al que van mis hijas y que han acabado por ser amigos, y José Luis y Juan Carlos, el primero amigo de Santiago (ahora también del resto) y el segundo hermano de José Ramón y, por supuesto, igualmente parte del grupo. Por problemas de fechas no pudieron venir Jose ni Richard, también padres del colegio; una lástima, porque hubieran sido una excelente compañía.

 

De izquierda a derecha, desde el Alto del Hierro; Luis, José Luis, José Ramón, Juan Carlos y Juan Carlos (hermano de Ramón)

 

A la mañana siguiente quedamos a desayunar a las 8 de la mañana. Vamos, que después de los últimos días yo casi tenía la impresión de estar vagueando (y resulta que estoy de vacaciones) Y encima el desayuno se alargó hasta casi las nueve. Después, a bajar las bicis de la Opel de la que, por cierto, todos hablaban maravillas. Montar bicis, ponerlo todo en marcha, organizar quienes iban a hacer de coche escoba durante el día (nos turnamos dos cada día) y, en fin, una barbaridad de cosas que hicieron que nos pusiéramos en marcha a las 10:15, es decir, cuando otros días yo casi había llegado a mi destino.

 

Bueno, quedaban unos 78 kilómetros de ruta y debíamos emprender la marcha. El primer tramo era la conocida como Cruz de Ferro (o cruz de hierro) y dura ocho kilómetros en total. Lo creáis o no, cuando llevábamos cinco kilómetros ya hicimos la primera parada para tomar un cafelito UN CAFELITO, jajajajaja, yo no daba crédito… Además, compramos compostelanas para todos (que ya sé que se llaman credenciales, pero dejémoslo de momento en compostelanas porque, si no es por un paisano de la zona, las llamamos así hasta el final). Por cierto, ya os dije que yo no usaba de eso, pero no voy a ser el único de siete que va por ahí sin los sellos ¿no? El caso es que media hora después retomábamos la marcha y llegábamos a la cima a eso de las 11:15, una subida que para nosotros no era dura pero que para quienes tenían que hacer kilómetros antes de Rabanal del Camino, como por ejemplo los que salen de Astorga, debe ser de una dureza salvaje. Así lo fue para un grupo de chicos y chicas que viajaban con monitores y pertenecían al instituto de la Fundación Amigó (como en jornadas posteriores tuve oportunidad de aprender) Llegaron hasta arriba, algunos de ellos con lágrimas en los ojos, y todos alabando a sus compañeros. Excepcional ejemplo de como debe tratarse a los jóvenes que realmente desean mejorar.

 

parada técnica camino de Villafranca

 

Nosotros tomamos el camino para subir en vez de la carretera, pero lo habitual para quienes llevan alforjas es tomar la carretera. Aun así, muchos terminan empujando la bici. Una vez llegamos arriba fuimos conscientes de que hacía bastante más frío del que pensábamos, por lo que decidimos esperar a que nuestro coche escoba trajera chubasqueros para la bajada. Fue un pequeño error, pues estuvimos esperando más de media hora en la cima y luego sólo utilizamos los chubasqueros durante apenas cinco minutos. La bajada la realizamos por camino, que fue relativamente bueno hasta Acebo, mientras que desde este punto lo llamo camino por llamarlo de alguna manera, pues era una verdadera trialera en la que pusimos tanto empeño en no caernos como ganas de avanzar. Los kilómetros se hacían despacio y en un momento tuvimos incluso que bajarnos de la bici para evitar despeñarnos, momento que aprovechó un italiano zumbado para, con alforjas y todo, descender por donde nosotros fuimos andando. Con Santiago -excelente ciclista de carretera- renegando con razón por lo abrupto del camino, llegamos a Molinaseca, y desde ahí pasamos por Partricia y Campo para, después de unos 34 kilómetros, llegar a Ponferrada. 

 

Ya muy mal de tiempo tomé la cabeza del grupo y tiré en el llano para llegar hasta Cacabelos a buen ritmo, aunque Santiago me recriminó un poco porque hubo un pique con los italianos del que yo dije no saber nada -mentirijilla- y con el que todos nos reímos posteriormente, incluido Santiago. José Ramón se había hecho con los mandos de la furgoneta en esta primera etapa y en Cacabelos le cedió el volante a su hermano Juan Carlos. En Cacabelos paramos a comer en una pizzería (no merece la pena mayor mención) y todavía nos despistamos un poco más, pues salimos de comer a las cinco y realizamos los últimos 25 kilómetros en unas tres horas, llegando a nuestro alojamiento; El Capricho de Josana, a eso de las ocho de la tarde, en el pueblo de Las Herrerías de Valcarce.

 

El Capricho de Josana

 

Importante, si pasáis por la zona y necesitáis un alojamiento es tremendamente recomendable El Capricho de Josana. La comida muy bien servida, con un menú de peregrino en el que los platos rebosan, unos encargados del local que hicieron todo lo posible por hacernos sentir cómodos -incluyendo el dejarnos manguera para limpiar las bicis o un trapo que nos regalaron para los mismos menesteres- y unas habitaciones excelentes en todos los sentidos, incluyendo camas duras para descansar sin problemas. Si el trato fue excelente por la noche la cosa incluso mejoró por la mañana con una camarera, Sara, que a pesar de su juventud supo bregar con este insensato grupo de biciclistas. Me gustaría deciros también el nombre del amabilísimo camarero, o responsable o dueño o lo que fuere, que me suena se llama Florentino pero que sea cual fuere su nombre resultó ser todo un dechado de atenciones y sabiduría, pues tuvo alguna que otra frase de las que le dejan a uno pensando por la profundidad de las mismas. Mañana más.

 

Aquí tienes todos los contenidos relacionados con mi camino:

 

Camino de Santiago desde Madrid, etapa 1

 

Camino de Santiago desde Madrid, etapa 2

 

Camino de Santiago desde Madrid, etapa 3

 

Camino de Santiago desde Madrid, etapa 4

 

Camino de Santiago desde Madrid, etapa 5 

Camino de Santiago desde Madrid, etapa 6

Camino de Santiago desde Madrid, etapa 7

Camino de Santiago desde Madrid, etapa 8

Camino de Santiago desde Madrid, etapa 9

El camino son las gentes que te encuentras.

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