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Camino de Santiago desde Madrid en bici, etapa 1

Tras haber pasado el día anterior en una barbacoa con varios de los compañeros que compartirán camino a partir del próximo martes, la noche antes de emprender viaje la pasé medio en vela, pensando, repasando en mi cabeza todos y cada uno de los detalles que no se me podían olvidar y que, conociéndome, podrían habérseme olvidado. Apenas pasadas las seis de la mañana comencé a prepararme, desayuno, último repaso a todo lo que necesitaba, vistazo a mis niñas, y comienzo del viaje. Vero, mi mujer, me despide desde la puerta e inmortaliza mi partida. Poco más de las siete de la mañana y, Santiago, allá voy.

 

 

 

Tres kilómetros y medio, eso fue lo que tardé en tener el primer pinchazo. Había salido pronto por la mañana para realizar camino sin calor y, por supuesto, no pudo ser. Arreglado el pinchazo continúo la marcha cuando el rejoj supera las ocho (eso de tener que descargar y cargar la bici para arreglar el pinchazo no ayuda a hacerlo en poco tiempo). Desde la zona de los Berrocales hasta Guadarrama realizo el trayecto por una cañada de sobra conocida por mi. Atravieso el pueblo de Guadarrama y me desvío a la izquierda por un camino que me lleva a Los Molinos. Una vez allí debo tomar de nuevo la carretera porque, a pesar de que algunos conocidos me decían que había una ruta ciclable, nadie a quien pregunto me sabe decir dónde se encuentra. 

 

 

 

Por carretera de segundo orden y afortunadamente con poco tráfico me dirijo a Cercedilla. Atravieso el pueblo y encuentro las primeras flechas amarillas que comienzan a indicar el camino, dado mi conocidísimo despiste habitual encontrar estas señalizaciones me llena de esperanza. He de dirigirme hacia Las Dehesas, un entorno natural de bello paisaje. Se sube por carretera, aunque en muchos tramos puedes circular por la zona de la derecha en un caminito pensado para peatones. Al final se alcanza la zona de aparcamiento y encuentro unas flechas que indican recto para el camino. Es el primer error que cometo, aunque en este caso por culpa de la señalización. Dicho camino conduce a una calzada romana que quizás sea fantástica para andar (mira que lo dudo) pero es totalmente impracticable en bici. Me empeño en subir durante unos metros pero comprendo que, sea como fuere, no puedo estar en la senda correcta. Nada más dar la vuelta me encuentro con otros ciclistas que, habiéndose confundido igual que yo, me confirman que hay otra ruta que se dirige al puerto de la Fuenfría. Cierto, donde estaban las flechas amarillas que indicaban recto hay que girar a la izquierda para continuar hasta el final del parking, allí sólo se puede tomar a la derecha o a la izquierda, el camino de la derecha según subes es el que lleva hacia el puerto de Fuenfría.

 

Girar a la izquierda, no seguir recto

 

Si no quieres morir en el intento, en este punto sigue a la izquierda, no recto.

 

La subida del puerto son unos doce kilómetros y el paisaje resulta espectacular. Aunque las temperaturas son altas (me ha tocado salir en plena ola de calor) el paso entre árboles hace que no se sienta en absoluto el calor. Las cuestas no son empinadas y sólo el hecho de circular con el peso extra de las alforjas  (bueno, y el esfuerzo extra de la calzada romana) hace que se haga un poco pesado. Paro a mitad de la subida para tomar algo y relajar las piernas, al incorporarme de nuevo me encuentro perfectamente para hacer muchos más kilómetros. Mantengo el ritmo, me encuentro con varios ciclistas de ida y de vuelta, e incluso con gente a caballo, algunos, al verme con las mochilas, me dicen que ya no queda nada para llegar a Santiago ;-)

 

Llegada a lo alto del puerto

 

Desde la subida se ve esto, recto, por donde está la valla, es el camino de Santiago. Hay que tomar el camino de la izquierda porque a la derecha sale otro hacia Navacerrada.

 

Siendo la primera vez que subo el puerto me despisto en cuanto a la llegada a lo alto del mismo, reconozco que con algunos sube y baja no sé si por fin he llegado a la cima hasta que, efectivamente, comienza una bajada fuerte. Decididamente, el ascenso se ha terminado y me encuentro bajando a buena velocidad, mi sonrisa es evidente: he superado el primer punto de fatiga… hasta que me encuentro con que el camino se para de golpe en un páramo. Consulto el mapa y me doy cuenta que he bajado por donde no era… no os digo lo que pasó por mi mente porque luego viene Google y me penaliza por vocabulario soez. Unos cinco kilómetros de bajada que he de volver a subir para alcanzar el desvío. Para quienes no habéis subido nunca os diré que el puerto se corona en una zona en la que la carretera se amplía y existe una curva a la izquierda con buena visibilidad. De frente no hay nada aparentemente pero, si te asomas un poco, ves una valla. Allí, en dicha valla, es por donde circula el camino. De hecho existen dos caminos, el de la izquierda, que te lleva hacia el camino de Santiago, y el de la derecha, que según me decían te lleva por el Camino Smith a Navacerrada (no lo he hecho nunca). Bajando muy pocos metros de nuevo existe la posibilidad de ir por la izquierda o por la derecha, el de la izquierda es calzada romana y el de la derecha camino normal, ambos coinciden en la zona de la fuente de la Reina, os recomiendo que os dejéis de romanos y avancéis por la derecha, está bacheado pero es infinitamente más ciclable.

 

Fuente de la Reina

 

Pasada la fuente de la Reina se sigue el camino por una carretera asfaltada de esas que luego recordarás todo el trayecto por lo suave y fácil que es. Aun así, algunas flechas te indican que puedes ir por otras zonas más complicadas (son el antiguo camino), los más puristas podéis ir por ahí pero yo recomiendo la parte sencilla a quienes deseen hacer el camino sin necesidad de sufrir por puro gusto. Lamentablemente en una de esas zonas me despisto y tomo un desvío indicado por las famosas flechas y que, efectivamente, me lleva al camino, pero me obliga a bajar por una zona técnica que, con mochilas, puede resultar complicada o, lo que es peor, proporcionar un golpe justo el primer día que se inicia el camino. Eso sí, las señales son aquí continuas y te llevan directamente hasta Segovia. 

 

Desde Segovia me dirijo a Zamarramala y Valseca. Antes del primer pueblo hay una pequeña subida que no tiene más importancia que el hecho de llevar ya unos kilómetros a cuestas. En Valseca tengo intención de comer en el primer sitio que encuentre pero, lamentablemente, la dueña del único bar disponible no me deja meter la bici donde pueda tenerla controlada y, como la alternativa es dejarla al pie de una carretera transitada, decido que prefiero no arriesgarme. Me dirijo entonces a Hontanares del Eresma, que es donde decido parar a comer. Desde allí tomo el camino de Los Huertos tal y como me habían indicado, pero no encuentro flechas en ningún sitio. Sol abrasador, cinco de la tarde, las posaderas ardiendo después de pasar tantas horas subido en la bici, y yo más perdido que el burro amarrado a la puerta del baile de la famosa canción. Intento tranquilizarme un poco y preguntando llego a la carretera que se supone me tiene que lleva a Añe. Al parar en una gasolinera a comprar bebida el amable encargado me indica que puedo dirigirme a Añe o que, por la carretera, puedo también llegar hasta Santa María la Real de Nieva, que forma parte del camino. Según me dice el hecho de ir hacia Añe tiene poca gracia, pues se trata de girar para luego volver por camino. Con todas las peripecias anteriores desisto de realizar kilometraje de más y enfilo directo a Santa María la Real de Nieva. Encuentro un camino a la derecha de la carretera que me lleva por pinares hasta un camino paralelo a las vías del AVE. Con el calor como máximo inconveniente realizo los últimos kilómetros por dicho camino hasta salir de nuevo a la carretera.

 

Los últimos kilómetros del día los hago por asfalto, llegando al pueblo a eso de las 19:30 horas de la tarde. Preguntando en la gasolinera me indican que hay un albergue de peregrinos y también un hostal que me he dejado atrás. Con la fatiga acumulada decido que prefiero el hostal, por lo que doy media vuelta y deshago el medio kilómetro aproximado que separa el Hostal Avantos del pueblo. Allí me alojé, por 25 euros, en una habitación con aire acondicionado, ducha (Dios, qué invento) y televisión. Una cena rápida y a dormir, que mañana promete ser igualmente interesante.

 

NOTA2: No veréis que hablo de firmar la compostelana ni nada parecido porque no la llevo. Hago el camino por gusto y no tengo interés en dicho papel. No digo que no sea interesante, sólo que a mi no me interesa. Si tienes intención de llevarlo has de pedirlo con tiempo y te lo sellan en la mayoría de ayuntamientos. También es importante saber que se tiene el camino por hecho cuando se recorren los últimos 200 kilómetros en bici o los últimos 100 andando.

 

NOTA3 (posterior a la 2): Después de realizar el camino ya sé que no se llama compostelana, sino compostela. También sé que lo que se va sellando son las credenciales (la compostela te la dan después), y que compostela significa camino en las estrellas. Por cierto, que al final yo también caí y tuve mi compostela.

 

Aquí tienes todos los contenidos relacionados con mi camino:

 

Camino de Santiago desde Madrid, etapa 1

 

Camino de Santiago desde Madrid, etapa 2

 

Camino de Santiago desde Madrid, etapa 3

 

Camino de Santiago desde Madrid, etapa 4

 

Camino de Santiago desde Madrid, etapa 5 

Camino de Santiago desde Madrid, etapa 6

Camino de Santiago desde Madrid, etapa 7

Camino de Santiago desde Madrid, etapa 8

Camino de Santiago desde Madrid, etapa 9

El camino son las gentes que te encuentras.

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